16 mayo 2007

Hombrecitos contra la homofobia, transfobia, y por la diversidad sexual

Mañana, 17 de Mayo, es el Día internacional contra la homofobia y la transfobia, celebramos este día por la eliminación de la homosexualidad como enfermedad de las listas de la OMS ( Organización Mundial de la Salud) en 1990. Considero que el movimiento de hombres igualitarios no habría sido posible sin las aportaciones del movimiento feminista y del movimiento gay-lésbico-trans. Como hombrecito está fuera de toda duda que la erradicación del machismo de nuestras vidas supone indisolublemente la lucha contra todo tipo de actitudes homófobas y la promoción de la diversidad sexual como garante de una sociedadad libre, equitativa, y plenamente diversa. Creo que es un día a celebrar con alegría por parte de todo hombrecito igualitario. Incluyo un documento que considero relevante y clave sobre los lazos de la masculinidad tradicional y la homofobia, del estupendo compañero Jorge Corsi.

besitos de madera, dani.

La homofobia cultural y la construcción de la masculinidad, por Jorge Corsi. corsi.com.ar

Diversos estudios[1] han enfatizado el hecho de que el proceso psicológico de construcción de la identidad masculina se apoya básicamente en el mandato de “diferenciarse de lo femenino”. A esto contribuye un factor estructurante de nuestra cultura, como lo es la homofobia, una de cuyas expresiones es el temor experimentado por los padres en relación a que sus hijos varones sean o parezcan ser homosexuales.
Como señalábamos en otro texto:
"La identidad masculina tradicional se construye sobre la base de dos procesos psicológicos simultáneos y complementarios: el hiperdesarrollo del yo exterior (hacer, lograr, actuar) y la represión de la esfera emocional. Para poder mantener el equilibrio de ambos procesos, el hombre necesita ejercer un permanente autocontrol para regular la exteriorización de sentimientos tales como el dolor, la tristeza, el placer, el temor, el amor..."[2]

Por lo tanto, la reflexión pormenorizada acerca del fenómeno de la homofobia cultural resulta imprescindible para comprender las bases socio-culturales de la violencia de género y su transferencia a actitudes y conductas masculinas en el ámbito de las relaciones interpersonales.

Tal como señala Borrillo[3]: “ La homofobia puede ser definida como la hostilidad general, psicológica y social, respecto a aquellos y aquellas de quienes se supone que desean a individuos de su propio sexo o tienen prácticas sexuales con ellos. Forma específica del sexismo, la homofobia rechaza también a todos los que no se conforman con el papel predeterminado por su sexo biológico. Construcción ideológica consistente en la promoción de una forma de sexualidad (hetero) en detrimento de otra (homo), la homofobia organiza una jerarquización de las sexualidades y extrae de ella consecuencias políticas.”

Apoyada en la tradición judeo-cristiana y sostenida por teorías pseudocientíficas, la discriminación y la estigmatización de quienes se apartan del paradigma dominante en lo que respecta a género y/o sexualidad constituye una actitud que con premura debe ser incorporada por los nuevos integrantes masculinos de la humanidad, con el objeto de ser aceptados e incorporados a la cultura heterocentrista y misógina.

La interiorización de la homofobia como actitud estructurante de las relaciones sociales es un proceso psicológico que comienza a edades muy tempranas, cuando el niño pequeño percibe la alarma que produce en su entorno cualquier transgresión a las pautas estereotipadas de comportamiento masculino. La reacción de las personas más cercanas primero, y de los entornos secundarios más tarde, le informa que una de las cosas más importantes para evitar ser rechazado o castigado, consiste en ajustarse a las expectativas de género que esos entornos sostienen. Estos mandatos culturales suelen ser transmitidos y reforzados por la estructura de las instituciones (educativas, religiosas, recreativas) y legitimados por las instituciones que representan el poder en el imaginario colectivo. Expresiones tales como “no seas marica” o “pareces una niña”, se transforman en mensajes estructurantes de una virilidad caracterizada por la dureza, la inexpresividad emocional y el establecimiento de jerarquías misóginas.
Los procesos de “autoafirmación en la masculinidad” continúan a lo largo de toda la vida, como si los varones tuvieran que rendir un examen perpetuo ante la mirada de las demás personas. Las conductas violentas se transforman, así, en la garantía de que su virilidad no será puesta en duda. Los adolescentes varones sufren especialmente esta torturante mirada examinadora y aprenden que mostrarse violentos es la manera eficaz de acallar las voces de la homofobia cultural (en otras palabras, la conducta violenta es la demostración ante los ojos de los demás de que ellos son “verdaderos” hombres )

En la génesis de la violencia masculina, por lo tanto, debe examinarse con cuidado el papel que juega la presión social basada en la homofobia. Pero también para comprender cualquier otra expresión de la masculinidad tradicional en la cultura patriarcal. Por ejemplo, el resultado de estudios psiquiátricos sobre población heterosexual masculina muestra la relación existente entre la homofobia y la imposibilidad de establecer relaciones de intimidad entre personas de género masculino.

La construcción de la masculinidad, en nuestra cultura, representa un verdadero factor de riesgo, no sólo para la salud de los propios hombres, sino que sienta las bases de un desequilibrio de poderes que pone en riesgo la seguridad de las mujeres y de otros hombres[4]. Si consideramos la estrecha vinculación que existe entre dicha construcción y la ideología homófoba, resulta evidente que cualquier propuesta de prevención que se oriente hacia la promoción de la equidad entre los géneros, la prevención de la violencia masculina y la construcción de nuevas formas de masculinidad y de paternidad, no puede ignorar la meta de modificar el sistema de creencias homofóbico, constituido como uno de los principales estructurantes de la cultura patriarcal.

[1] Badinter, E.: X Y La identidad masculina. Alianza Editorial, Madrid, 1993
Corneau, G.: Hijos del silencio. Circe, Barcelona, 1991
[2] Corsi, J y col. Violencia masculina en la pareja. Una aproximación al diagnostico y a los modelos de intervención”. Buenos Aires. Paidos. 1995.
[3] Borrillo, D.: Homofobia. Edicions Bellaterra, Barcelona, 2001
[4] Corsi, J. y Bonino, L.: Violencia y Género: la construcción de la masculinidad como factor de riesgo
( En: Corsi, J. y Peyrú, G.: Violencias Sociales. Ed. Ariel, Barcelona, 2003)

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